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Auxiliares tlaxcaltecas asistiendo a los españoles en Guatemala, según muestra el Lienzo de Tlaxcala del siglo XVI

Los españoles denominaban Indios auxiliares (principalmente en crónicas y textos históricos antiguos) a los indígenas que eran integrados a las tropas conquistadoras españolas, con el fin de prestar apoyo en sus avances y operaciones militares durante la conquista de América. Actuaban como guías, traductores de lenguas, o porteadores. La denominación era igualmente extensiva a las formaciones militares compuestas por los mismos indígenas, que solían cumplir funciones de exploración, guerrilla, cubrimiento de flancos y reserva de batalla. Los llamados indios auxiliares se mantuvieron activos, pasada la conquista, durante algunas sublevaciones en zonas fronterizas y áreas de guerra permanente, como sucedió en Chile en la Guerra de Arauco y los indios amazónicos en Perú durante las Guerras de sublevación loretana.[1]

Estos indios milicianos al servicio de la Monarquía Hispánica recibieron exenciones y mercedes, lo que les daba un estatus social muy alto que podía permitirles el recibimiento de títulos de nobleza indígena. A su vez, cada corporación de milicias recibía privilegios particulares. Pero usualmente todos recibían privilegios fiscales (no teniendo obligación de pagar el Tributo indígena) y evidentemente licencias para portar armas. Otros privilegios que podían recibir era la de estar libres de dar limosnas para el Hospital de indios, no pagar el impuesto del medio real para las finanzas del Juzgado General de Indios, no pagar las Alcabalas, no ir a trabajar en las minas ni contribuir en la Mita, estar libres de laborar en Encomiendas de españoles, poder tener el honor de Cabalgadura, el honor de portar banderas con las armas reales, volverse Hidalgos, etc de concesiones. La existencia de los privilegios en los indios milicianos hizo que se creen las “Relaciones de méritos y servicios” (documentos que tenían el objetivo de dar probanzas de sus concesiones recibidas por el Rey de España, así como dar cuenta de los servicios dados al Imperio español), o también "Título primordial" que sirvieron para resguardar la memoria de la fundación de los Pueblo de indios y conservar muchas tradiciones familiares (incluso ofreciendo narraciones divergentes sobre la conquista entre distintos pueblos), que a su vez fueron invocadas para ayudar en litigios por tierras,[2]​ posesión de bienes comunitarios, o en las quejas contra funcionarios españoles (ya que estos privilegios invocaban al Pacto colonial entre súbditos y monarca, donde los indios vasallos aceptaban sumisión a la soberanía del Rey de España y tributar a sus representantes, a cambio de que se reconozca y protejan sus derechos de autogobierno y propiedad).[3]

Pese a que hubo intentos del imperio español para desarmar a los Indios Auxiliares una vez quedó finalizada la conquista (pues se temía que pudieran volverse en enemigos potenciales) y así hacer que los colonizadores españoles se responsabilicen de la defensa de los Reinos de Indias, al final, siguieron en actividad varias corporaciones de Indios Auxiliares hasta el Siglo XIX, como soldados leales del Rey de España y brazo armado de los Virreinatos contra indios insurrectos o que aún no hubiesen sido conquistados. Esto hizo que irónicamente los indios auxiliares que se mantuvieron armados durante los próximos siglos sean precisamente los que provenían de comunidades que se ubicaban en las regiones con más tasas de rebeliones y con pocas poblaciones de españoles y criollos (quienes delegaron las labores militares a estos indios milicianos de confianza). Esto provocó que varios indios auxiliares tuvieran la responsabilidad de la defensa de los territorios españoles en América, en tanto que el estado español no deseaba hacer muchos gastos para defender directamente las provincias de ultramar, necesitando de la co-operación de los americanos, los cuales resaltaron en campañas como la Guerra Chichimeca. A su vez, si un pueblo obtenía el "privilegio de soldado", esto haría que todos los varones mayores de edad estuvieran obligados aprender a manejar armas y unirse al servicio militar. Además, los oficiales de las milicias de Indios auxiliares eran escogidos por el cabildo de indios de sus respectivos pueblos, además que algunas corporaciones eran tropas integradas puramente por Arcabuceros y Espadachines que dominaban las armas de fuego y las tácticas de guerra europea (en vez de conformarse en tropas con arcos y flechas, aunque fuesen estas las más numerosas y razón del sobrenombre de "flecheros" en la época) y teniendo labores que no eran de simple patrullaje de sus municipios y sus costas o escoltar a los funcionarios, sino que lograron tener enfrentamientos directos con incursiones de ingleses y holandeses. En el caso de la Nueva España llegaron a existir 66 compañías de indios milicianos (con 4679 efectivos) para el año 1792, en su mayoría provenientes de Colotlán, Nueva Galicia.[4]

Historia

Las formaciones de "indios auxiliares" surgieron comúnmente de alianzas entabladas por los españoles, explotando los antagonismos étnicos y tribales que encontraban durante su internación en el territorio en conquista.[1]​ Posteriormente, la base de "indios auxiliares" de una expedición se enrolaba entre los pobladores de los territorios ya conquistados. Comúnmente, constituían el grupo más numeroso de la hueste conquistadora, resaltando indígenas como Conquistadores y Pacificadores.

La alianza político-militar entre comunidades de indios y los conquistadores españoles se ha presentado como un tema desconocido y complicado de asimilar en la Cultura popular debido a tópicos de la Leyenda negra española, pero contrario a estigmas contemporáneos, no todos los nativos habrían organizado resistencias contra la incursión europea, puesto que muchas sociedades percibirían al evento de la conquista como una oportunidad para lograr la obtención de mayores libertades frente al yugo del pueblo indígena hegemónico en la región, motivándoles a participar en el proceso de conquista con pactos en el que el costo de su ayuda era la promesa de libertad, riquezas y autonomía política por parte de los españoles (en lo que sería la futura República de indios). El auxilio de estos pueblos no se redujo a únicamente ser proveedores de suministros, guías, traductores, sirvientes o cargadores, puesto que resaltarían en la labores militares de combate contra otras comunidades indígenas, llegando a desarrollar roles de mando e incluso liderando a tropas de españoles y otros indígenas. Así, los indios aliados se lucirían en los combates, pues se harían notar como soldados muy capaces, ya que se lanzaban sin miedo alguno a las batallas (donde aplicaron estrategias de guerra como las temerarias cargas frontales contra las líneas enemigas), lo que los convertiría en una pesadilla que amenazó la continuidad de los imperios y reinos indígenas hegemónicos, hasta terminar sucumbiendo contra esta coalición y avasallándose a la soberanía de la Corona de Castilla.[5][6]

Ejemplos notables de las comunidades de Indios Auxiliares fueron:

Yanacona

En el ámbito del antiguo Imperio incaico se les solía llamar también yanaconas, aunque esa palabra tiene un uso anterior a la llegada de los españoles, que se remonta a las conquistas del propio incario.

Referencias

  1. a b Raúl Pérez López-Portillo (2002). Historia breve de México. Madrid: Sílex Ediciones, pp. 54-55. ISBN 84-7737113-X.
  2. «Los títulos primordiales y la “conquista original” de Oaxaca». www.noticonquista.unam.mx. Consultado el 24 de diciembre de 2023. 
  3. Prada, Natalia Silva (27 de agosto de 2015). «Mundus Alter 13: Indios en armas: las milicias de ‘flecheros’ en Nueva España (2da.parte) por Raquel Güereca Durán». Los Reinos de las Indias. Consultado el 24 de diciembre de 2023. 
  4. Prada, Natalia Silva (14 de agosto de 2015). «Mundus Alter 12: Indios en armas: las milicias de ‘flecheros’ en Nueva España por Raquel Güereca». Los Reinos de las Indias. Consultado el 24 de diciembre de 2023. 
  5. Cronistas indios y mestizos (vol. 1). Editorial Horizonte. 1991. Consultado el 13 de enero de 2024. 
  6. Cronistas indios y mestizos (vol. 2). Editorial Horizonte. 1991. Consultado el 13 de enero de 2024. 
  7. Miguel Rivera Dorado & Andrés Ciudad Ruíz (1986). Los Mayas de los tiempos tardíos. Madrid: Sociedad Española de Estudios Mayas, pp. 128-129. ISBN 978-8-43987-120-0.
  8. Joseph Pérez (1998). La época de los descubrimientos y las conquistas (1400-1570). Madrid: Espasa Calpe, pp. 250. ISBN 978-8-42398-909-6.
  9. Sandra Regina Baptista (2008). Forest Recovery and Just Sustainability in the Florianopolis City-region. New Brudswick: ProQuest, pp. 137. ISBN 978-1-10906-209-0.
  10. Óscar Efrén Reyes (1979). Breve historia general del Ecuador. Tomo I. Quito: Banco Central del Ecuador, pp. 118.
  11. H. W. Kaufmann (2012). Fortifications of the Incas: 1200-1531. Oxford: Osprey Publishing, pp. 56. ISBN 978-1-78200-066-2.
  12. Elías Martinengui Suárez (1987). El imperio de los incas: causas de su destrucción. Lima: B & B Print, pp. 322.
  13. Antonio Márquez Allison (1993). Diego de Almagro, la pasión; Pedro de Valdivia, la gloria. Santiago de Chile: Pehuén Editores Limitada, pp. 11. ISBN 978-9-56160-272-4.
  14. Alexandra Parma Cook & Noble David Cook (1991). Good Faith and Truthful Ignorance: A Case of Transatlantic Bigamy. Durham: Duke University Press, pp. 12. ISBN 978-0-82231-222-2.
  15. José Manuel Groot (1869). Historia eclesiástica y civil de Nueva Granada. Tomo I. Imprenta de Focion Mantilla, Bogotá, pp. 43
  16. Marta Herrera Ángel. "Transición entre el ordenamiento territorial prehispánico y el colonial en la Nueva Granada". Revista Historia Critica. No. 32, diciembre de 2006, pp. 118-153 (Universidad de los Andes. Facultad de Ciencias Sociales. Departamento de Historia).
  17. Francisco Antonio Encina & Leopoldo Castedo (2006). Historia de Chile. Cronología General de Chile. Tomo X. Editorial Santiago, Santiago de Chile, pp. 8, ISBN 956-8402-78-0.
  18. Angel Alberto Dávalos H. (1999). Quito, significado y ubicación de sus calles: (a fines del siglo XX). Quito: Editorial Abya Yala, pp. 151. ISBN 978-9-97804-552-7.
  19. Sebastián Lorente (1866). Historia del Perú: compendiada para el uso de los colegios. Lima: Editores Auhert & Loiseau, Librairias General y Central; Imprenta y Litografia de E. Prugue, pp. 60
  20. Schmidl, Ulrico (2007). Viaje al Río de La Plata y Paraguay. Buenos Aires: Echo Library. ISBN 978-1-40684-699-7. En 1542 los guaraníes cários del cacique Tabaré se rebelan, una expedición de 400 españoles y 2.000 indios es enviada; tras una gran batalla los alzados son vencidos, 16 españoles, muchos yanaconas y 3.000 guaraníes mueren. Tras esto Tabaré y los cários fueron obligados a auxiliarlos en su campaña contra los guaraníes guajarapos de Aracaré, eran 500 españoles y 2.000 cários. El cacique alzado que terminó vencido y ejecutado por los hispanos (1543). Tras esto Tabaré y Guacany se alzan en armas, se les suman muchos guaraníes que huyeron de los españoles y los mbyás. Los españoles no reaccionan por el conflicto interno entre Cabeza de Vaca e Irala (1544). Tras exilio de Cabeza de Vaca Irala toma el control y derrota a Macaria. En 1546 los españoles consiguen la victoria tras aliarse con tribus chaqueñas y aprovechar las divisiones internas entre los guaraníes.
  21. Carmen Helena Parés (1995). Huellas KA-TU-GUA: Cronología de la resistencia KA-TU-GUA: S. XVI. Caracas: Arauco Ediciones, pp. 148-150; 172. ISBN 978-9-80000-631-3. En 1544 unas 15.000 lanzas de los agaces, cários y otras tribus guaraníes marcharon contra Asunción al mando de Macaria pero Irala con 350 españoles y 1.000 jheperús y bataheis salieron a enfrentarlos y los derrotaron.
  22. Pedro De Angelis (1836). Colección de obras y documentos relativos á la historia antigua y moderna de las provincias del Río de La Plata. Tomo III. Buenos Aires: Imprenta del Estado, pp. 57. En 1553 las colonias rivales de Paraguay (españoles) y São Vicente (portugueses) podían movilizar 5.000 guaraníes y 2.000 tupíes aliados en caso de guerra, respectivamente.
  23. Valentín Abecia Baldivieso, Nicanor Mallo & Faustino Suárez (1939). Historia de Chuquisaca. Sucre: Editorial Charcas, pp. 98
  24. Francisco Antonio Encina & Leopoldo Castedo (2006). Historia de Chile. Descubrimiento y Conquista. Tomo I. Santiago de Chile: Editorial Santiago, pp. 41. ISBN 956-8402-69-1.
  25. Clever Alfonso Chávez Marín (2001). Memoria del Primer Simposium Internacional de Historia Militar de México. Guadalajara; Jalisco; Ciudad de México: Asociación Internacional de Historia Militar, pp. 60. ISBN 978-9-70933-310-7.
  26. Guillermo Porras Muñoz (1980). La frontera con los indios de Nueva Vizcaya en el siglo XVII. Ciudad de México: Fomento Cultural Banamex, pp. 130
  27. John P. Schmal (2011). "History of Mexico: The State of Durango". Houston Institute for Culture.
  28. Antonio Avitia Hernández (2000). El Caudillo Sagrado: Historia de Las Rebeliones Cristeras en el Estado de Durango. Ciudad de México: Miguel E. Schult, pp. 11. ISBN 978-9-70921-280-8. Las frecuentes rebeliones de la región dirigidas por el caudillo local Cogojito llevaron a que en Nueva Vizcaya se instalaran cerca de 1.000 soldados españoles. Las fuerzas rebeldes, según los cronistas de la época, sumaban 20.000 lanzas entre laguneros, xiximes, acaxees, tepehuanes y tarahumaras que se nunca se unieron y tuvieron frecuentes conflictos entre sí. El conflicto finalizo tras la instalación de misiones jesuitas en la zona.

Fuentes

Enlaces externos

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