Primer aeroplano traído a Colombia en 1911, al cual luego de varios intentos, se le agregó un segundo plano, convirtiéndolo en biplano. Sin embargo por la poca potencia del motor y la altura de la Capital, el aeroplano termino exhibiéndose colgado del techo de uno de los salones del Pabellón de Bellas Artes del Parque de la Independencia.
A comienzos de 1911 los empresarios Carlos Rosas y Ricardo Castello Pombo trajeron a la Capital de Colombia un aeroplano Blériot para realizar exhibiciones en Bogotá.
El aeroplano fue bautizado con el nombre de «Blériot-Colombia» según la publicación del Semanario Político “EL COMBATE” del 22 de abril de 1911:
- “Los habitantes del “nido del águila” (como algunos llamaban a la Sabana de Bogotá), fueron testigos del primer bautizo de la primera aeronave que fue traía a nuestras tierras, y que fue bautizada con el nombre de « Blériot-Colombia», en honor tanto a su fabricante, como a nuestra patria.”
Todos estos esfuerzos fueron en vano, por lo que exhibieron el aeroplano colgado del techo en uno de los salones del Pabellón de Bellas Artes del Parque de la Independencia.
El periódico « El Tiempo» en su edición del 19 de mayo de 1911, publicaba la siguiente nota en relación con el vuelo del monoplano en el Hipódromo de la Magdalena.
El siguiente es la fotografía y el artículo publicado en el periódico «El Gráfico» del 24 de Junio de 1911. En la fotografía podemos observar un biplano, que corresponde exactamente a un monoplano Blériot al que se le añadió un segundo plano, tal como lo describe el artículo del periódico.
El Gráfico, 24 Junio 1911
Una noticia caliente para el pueblo bogotano: que ya decididamente no vuelan el aeroplano. Primero en el ground del Polo y más abajo después, ni acompañado ni solo pudo volar el francés. Entonces, por más acierto, resolvieron contratar un potrero muy abierto, enorme como un desierto y verde como un billar; pues allí para volar el mogollo estaba muerto.
Una tarde: la sabana molondra y esmeraldina. Que aguarden la resolana! que prendan la gasolina! Ya gira la mariposa, ya va para el sur el viento; espérense otro momento porque se dañó una cosa! Con su traje de montar y encaramado en el ave, ni el piloto mismo sabe dónde puede ir á parar. Al fin el bicho se arranca traqueando como una fiera; cuatro cuadras de carrera, medio revuelo, y se tranca! ¿Tal vez un dolor le asiste en la pechuga ó la cola? El cuadro es de lo más triste: un mueble que se resiste, y un volador que no vola. El cielo dice á llover sobre aparato y empresa, y todo el mundo regresa ya con el anochecer.
Como recurso postrero, para próxima ocasión, aviador y carpintero le hicieron operación á ese pájaro agorero. Muy orondo, pues, y ufano, y para encumbrarse listo, quedó el Blériot colombiano con supertoldo imprevisto berrendo en mono-biplano. Un indio de gran cordura, incapaz de inventar nada, que oyó al féfere asegura, en medio de la llanura cantando á la madrugada. En día de Junio, con viento de carácter regular, llegó el terrible momento de volar ó nó volar. Mucho de afán, de carreras y de medir ventolinas; ¡que asusten esas terneras! que espanten las golondrinas! El aviador marrullero se encaramó cual un mico; al recorrer el potrero, nuestro pájaro agorero alzó el rabo y……clavó el pico.
Después de cualquier fracaso quedan solo explicaciones: que el motor es muy escaso, que el cielo aquí no da paso, que el hombre no es de calzones; que alguna pieza le falta á la máquina ó le sobra; que volar es mucha obra en una tierra tan alta. Parece una chifladura llegar á tal conclusión, pero el tópico de altura es toda nuestra locura y es toda nuestra razón. Altura! cuestión de fe en esta tierra encantada, de la cual se dijo que no era tierra ni era nada.
Máquinas, constituciones, figuras de mucho empaque, leyes, nervios, corazones todo sufre algún achaque y ejerce mal sus funciones. Hay quien para más valer siguen carrera de pillo, hay quien pretende tener la cabeza en el bolsillo. ¡Altura, qué desagrados entre nosotros produces! van los partidos quebrados, los santos endemoniados, el diablo haciéndose cruces. Quizá por esta razón de haber tan fácil escuela, sin lecciones de aviación el que menos corre vuela. Por eso con ó sin lora un Ministro peliagudo fue á ser honrado y no pudo á treinta millas por hora. Por eso en la faltriquera un pelagatos ¡qué fiera! tuvo su resolución ladinamente guardada para exhibir la volada de anular una elección. Es buena ocasión este año de ver que gente muy viva resulte con algún daño al funcionar aquí arriba. Y hasta de ver sin sorpresa que por motivos de altura el sol niegue su luz pura sobre el campo y la ciudad; aunque, como el verso reza, «para alumbrar la pobreza es mejor la oscuridad.»
Documentos facilitados por Manuel Arango.
EXCELENTE HISTORIA Y RECUERDOS DE AQUELLA TARDE EN EL NIDO DE AGUILA (SABANA DE BOGOTA) Y BACHES POCO INUSUALES