Globo de Guerrero en 1875

Espectáculo en la Plaza Mayor de Medellín (Colombia), actual Parque Berrío, lugar donde los antioqueños han confluido por generaciones como principal escenario de grandes actos culturales. El acto ofrecido por el mexicano Antonio Guerrero, quien vuela a bordo de un globo aerostático inflado con humo de petróleo quemado. Se visualiza en el centro de la plaza, un grupo de personas que sostienen el globo, el cual emite humo en su parte superior. Alrededor de la plaza, toda una multitud congregada para observar el espectáculo.

El aeronauta Antonio Guerrero

En 1875 vino a Medellín un joven mejicano que respondía al nombre de Antonio Guerrero. Acróbata de alto vuelo (aquí sí cabe esa locución), de una acrobacia hasta entonces desconocida por acá, traía un enorme globo de trapo, no para echarlo solo, como lo practicara don Juan Carrasquilla y Monge, sino para elevarse al cielo con él, y de qué modo: en un trapecio colgante, haciendo zafones y volteretas… y a la buena de Dios, donde cayera… Así podía descender en una ciénaga. Como en un árbol o en una torre. Y esto si el descenso se verificaba agarrado del aparato, que si no, lo mismo venía a dar la caída en cualquier parte. En tal caso… !velorio!, como dicen por acá…En aquella época se elevó Guerrero cinco veces con relativa facilidad. Siguió luego su peregrinación.
Periódicamente volvió a Medellín con sus compañías de acróbatas y volatines. Siguió elevándose hasta notar que escaseaban las fuerzas y entonces confió este ejercicio a sus discípulos Parra y Artiles, quienes verificaron varias ascensiones en Medellín, de 1887 a 1896. El último aeronauta de esa rara y valerosa especie fue Domingo Valencia, antioqueño, que después de 1905 en que aquí actuó, recorrió entre aplausos las repúblicas del sur. Antonio Guerrero fue un caballero en toda la extensión de la palabra. Humilde y sencillo, vivía persuadido de que sus inauditas hazañas podían ser realizadas por todos los mortales; siendo así que para poder llegar allá, es bien grande la cantidad de coraje que senecesita, y sobre todo, tener muy bien, pero sumamente bien puestos los pantalones…
Sabe Dios lo que suda el que se aventura en un avión moderno bien sentado y sabiendo el destino que lleva., Pero aquello de ir colgando de un trapecio y sin tener idea de lo que al final lo aguarda… ¡al demonio!
Luis Latorrc Mendoza. Libro de Oro de Medellín
Editorial Bedout; Medellín, noviembre de 1975

Nolasco Guerrero

Arrodillados y con la mirada inquieta, ansiosos los feligreses esperaban la bendición final y el “Ite Misa est” aquel domingo de 1915, para dirigirse presurosos hacia el costado opuesto del parque de Bolívar a presenciar el ascenso en globo del aeronauta Nolasco Guerrero, anunciada con anterioridad. Pertenecía este señor a una especie de dinastía de Antonio Guerrero, llegado al país en 1875 con una compañía circense que hacía sus presentaciones por Centroamérica. Al llegar a Colombia, se radicó en la capital antioqueña para desplazarse a los pueblos con el fin de hacer sus presentaciones acrobáticas, espectáculo cerca de las nubes jamás presenciado por nuestros paisanos.
Muerto don Antonio, Nolasco y sus hermanos se radicaron en Aguadas, en donde sus dos hermanas ayudaban “al pan diario” planchando las camisas de los cachacos de la plaza.
La hoguera para inflar el globo se alimentaba con humo de leña verde y con petróleo importado de Méjico. Nolasco vestía pantalón oscuro y camisa de rayas y, a cierta altura, ejecutaba las acrobacias de rigor y, mientras algunos espectadores rezaban, otros lanzaban “vivas” al personaje; los vientos lo llevaban hacia Pore, otras veces hasta La Palencia, en donde lo esperaban con aplausos los muchachos para llevarlo al pueblo en dos cabalgaduras, una para el protagonista y la otra para el gigantesco globo ya desinflado. Para celebrar el regreso triunfal, en la plaza pública sonaba la música, tronaba la pólvora y se gustaba el aguardiente amarillo, mientras pasaba la mochila abierta para depositar las monedas de la muchedumbre emocionada que gritaba “¡Viva Colombia !”.
En uno de estos días de espectáculo, sucedió que un curioso profesor, tal vez pariente de Luis, uno de los Guerreros, se subió al trapecio para llamar la atención de la gente reunida. El destino le jugó una broma al impertinente, pues el globo se soltó e inició el ascenso ante la mirada atónita de los espectadores y el incontrolable susto del profesor que, cuando el artefacto se enredó en los alambres de la recién instalada luz eléctrica, exclamaba con voz trémula: “Mi Diosito, ¿ por qué es tan injusto que, en vez de llevarse a los ‘carboneritos’ de mi pariente Luis, quiere llevarse a este ‘ilustre profesor’ que esperan en el colegio ?”. El curioso contó con buena suerte, pues los vientos llevaron el globo hacia el frontis del templo de La Inmaculada adonde subieron los amigos para rescatar sin siquiera un rasguño al “curioso impertinente”. ¿Milagro de la Inmaculada Concepción ?
Este año de 1915 fue para la gente el año de los agüeros, como el de aquella fecha cuando se presentó el eclipse total de sol; a pleno día empezó a oscurecerse; las madres embarazada fueron cubiertas con sábanas blancas para evitar que los niños nacieran imperfectos; las gallinas buscaron sus gallineros, y las vacas la salida para el ordeño; la iglesia se llenó de feligreses arrepentidos porque “esto era el fin del mundo”.
Volvamos con la familia Guerrero. Luis se instaló en Pácora y allí contrajo matrimonio con una señora de apellido Restrepo; esta pareja con su hija Fabiola se trasladaron a Cali en donde continuó Luis con sus aventuras en globo hasta cuando Eolo enfurecido lo llevó hacia el oeste para dejarlo perder en las aguas del océano.
Nolasco, pobre y olvidado, había muerto en Arma en 1936.
Las aventuras de estos aeronautas cubrieron tres departamentos: Antioquia, Caldas y Valle; ellos revivieron las predicciones sobre aviación de Miguel Ángel, los sueños de Julio Verne, los experimentos de los hermanos brasileros y, más tarde, los acuatizajes en el río Magdalena para acortar distancias entre Barranquilla y Girardot en 1919, en la administración de Marco Fidel Suárez.
En la década del 60 (siglo XX) apareció en Aguadas un ilustre abogado mejicano que afanosamente buscaba descendientes de aquella familia de aeronautas para que reclamaran la fortuna de la familia Lobo Guerrero en Méjico; habían sido los propietarios de petroleras en el Golfo y de una importante red de televisión en aquella nación. Las informaciones correspondientes las había proporcionado el escritor aguadeño Carlos Ariel Gutiérrez, quien desempeñaba la secretaría de la embajada en aquel país.

JOSÉ LIBARDO FLÓREZ MONTOYA
AGUADAS DE AYER Y DE. . . ANTEAYER

RECUERDOS PARA MAÑANA Y. . . PASADO MAÑANA

  4 comments for “Globo de Guerrero en 1875

  1. COMO HIJO DE LIBARDO FLOREZ ME HE SENTIDO COMPLACIDO POR VER EL ESCRITO SOBRE NOLASCO GUERRERO EN “MATACAFE” Y ME GUSTARIA PODER TENER UN COPIA FISICA SI ES POSIBLE PARA UN ARCHIVO FAMILIAR. MI DIRECCION EN MANIZALES ES Calle 76 A 21-94 , barrio Alta >Suiza, Celular 3015706097. DE ANTEMANO, AGRADEZCO SU GESTO TAN NOBLE.
    Jorge Hernàn Flòrez Hurtado

    • Buenas Noches nosotros somos los hijos de Eduardo Guerrero Restrepo hijo de Nolasco Guerrero aeronauta al que te refieres, tenemos el escrito de Nolasco Guerrero Restrepo Junior sobre la aventura en Urabá y apartes de las presentaciones de Nolasco Guerrero en globo en Medellín.

      • Excelente que me contactaran.
        Me encantaría, si es posible tener copia de esos manuscritos para publicarlos, dando todo el crédito que les corresponde.
        Es una extraordinaria historia y vale la pena que todos la conozcan.
        Mi nombre es Mauricio Umana
        Soy Académico de la Academia Colombiana de Historia Aérea.
        Mi email es mauroumana@gmail.com

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