Desde el avión se contemplan las dos grandes masas de agua que han definido nuestra historia: del lado derecho el rio Magdalena y del lado izquierdo el Mar Caribe. Al fondo los majestuosos picos Simón Bolívar y Cristóbal Colón, apuntando el camino para evitar que perdamos el rumbo. Llegamos el día 12 a Barranquilla; la ciudad nos espera con su olor a brisa marina y sol majestuoso, junto a Omar Hazbon que viene desde Medellín nos dirigimos del Aeropuerto Cortissoz al Hotel Barranquilla, para encontrarnos con Miryam Vides de Oeding y Mauricio Umaña miembros del Grupo de Investigación de la Scadta. Tras presentarnos, tomamos asiento en los abollonados muebles blancos del Hall, a la espera que descienda de su habitación el pintor, escultor y muralista Knox Martin, hijo del pionero de la aviación William Knox Martin. La rutina queda atrás, empezábamos a asomarnos a la historia que habla de la ciudad, que hace real el sueño de volar, para vernos a nosotros mismos como país desde lo más alto, algo que ansiábamos desde la expedición botánica de Mutis y la expedición Corográfica de Codazzi.
El saludo fraterno con el hijo y la nieta del pionero, la bella Olivia. Él de carácter suave y un español musical, sus grandes brazos tatuados de motivos de mar y amor. El día anterior había cumplido un programa muy completo: tertulia en el diario el Heraldo; los trámites de su ciudadanía colombiana y una ceremonia en Puerto Colombia. Todo escoltado por Mauricio muy pendiente de todos los detalles de logística para que la programación, que cambiaba a todo momento como las olas del mar, saliera impecable. Nos acompañaron también en el hall del hotel, el capitán Enrique Ortega y Dionel Benítez, autores del libro: Sueños de Nubes: Los Caballeros del Aire; una visión novelada de la saga de William Knox Martin en Colombia.
En la tarde nos esperaba la ceremonia en el Aeropuerto Cortizzos, bajo una gran carpa al lado del terminal nacional. Llegamos allí tras el almuerzo y luego de cambiarnos de indumentaria para la ocasión. Pasamos los anillos de seguridad y tras recibir las credenciales, Mauricio, Miryam, Omar y yo nos vemos inmersos entre la dirigencia empresarial y gubernamental con sus mejores galas. Tomamos asientos frente a una pantalla de Alta Tecnología, escoltados desde atrás por una formación en media luna de aviones como el DC3, un Tucano, pasando por un T33 y un Beechcraft King Air. Omar y yo comentando ¿Qué tiene la mujer costeña para estar siempre bella?. Discursos y condecoraciones y un sonido de fondo: el rugir del viento al chocar contra el techo de plástico que nos protege del sol, recordándonos al Dios Eolo, protagonista de la vida marina y aérea.
Luego la música con la Banda de niños Cantores Vallenatos y una famosa Comparsa atlanticense, nos deleita con acordes de Carnaval. Degustamos un plato frío en el atardecer púrpura y luego a los buses camino al parque lineal Simón Bolívar para asistir a la ceremonia donde se develaría el Monumento al Pionero de la Aviación William Knox Martin. Allí nos espera una alegría popular desbordante, 5, 10 ó 15 mil personas. La aviación esta en el imaginario de todos los barranquillero o Killero al cien por ciento, como les gusta llamarse y allí en medio del municipio de Soledad y su gente con su cordialidad a flor de piel, una compleja estructuras metálicas y dos pantallas gigantes a cada lado. Múltiples torres de sonido, el monumento cubierto y en lo alto ondeando, una majestuosa bandera de Barranquilla.
Inicia la ceremonia la Alcaldesa Elsa Noguera con un discurso sencillo y amable. Sus mejores palabras para la gente de los barrios humildes, para quienes fue construido el parque. Luego entrega de un trofeo a un variopinto grupo de descendientes de los pioneros de nuestra aviación, con sus apellidos alemanes, colombianos y sefarditas. Un grupo tan grande que no cabe en ninguna fotos. Todos recordando los grandes momentos que sus ancestros nos permitieron vivir. Una emoción burbujeante no exenta de una pizca de nostalgia para con esos apellidos con los que se ha escrito la historia de la aviación colombiana. Con la tarima central despejada y con sonidos de relámpagos e imágenes de cielo azul saliendo de las pantallas de video, con la atmósfera de una escena de combate aéreo propia del film “Los Ángeles del Infierno” de Howard Hugnes. Empieza a descender el telón negro que oculta el monumento y vislumbrando el perfil del Avión de William Knox Martin, como llegando de un viaje en el túnel del tiempo. La música de Carmina Burana crea un ambiente de majestuosidad y misterio. Finalmente el telón negro cae al suelo y los reflectores plenos de luminosidad disparan al avión.
Es tarde de graduación de un curso de suboficiales en la base naval de Veranillo, entramos directo a un gran espacio que sirve parqueadero, donde había una dársena del río de comienzos de siglo, donde despegaban los hidroaviones Junkers F13, para seguir la rutas de los vapores por el río Magdalena, como lo cuenta Herbert Boy en su libro: ‘Una Historia con Alas’. El Capitán nos lleva allí a un vuelo por la historia, de como llegaban los hidroaviones y aceleraban sus motores, en un último bramido para acercarse a la orilla del edificio a dejar pasajeros y carga, incluyendo el valioso correo. Del compromiso de la Armada para la creación del Museo y de los costos de este sueño. En sus ojos brilla la confianza acrisolada de los hombres del aire, que a donde llegan ningún sueño resulta imposible.
Cuando afirma:
“… nosotros fuimos pioneros de la aviación en América. Existió una primera compañía, la CCNA (Compañía Colombiana de Navegación Aérea) fundada en Medellín, pero tuvo una vida muy efímera. Por esos mismos días de 1919, nació Scadta y ahora la compañía tiene 93 —bajo el nombre de Avianca—. Lo que se discute del primer vuelo de un aeroplano en Colombia, no se puede discutir porque fue así: ese primer vuelo se origino en Santa Marta el 9 de diciembre de 1912, por el aviador George Schmitt, en un avión Baldwin Red Devil, después vino a Barranquilla donde realizó otro vuelo y de aquí fue a Medellín. Pero podemos afirmar, que la aviación en Colombia se inició en Barranquilla y más exactamente en el Hidropuerto de Veranillo, Cuna de la Aviación Comercial Colombiana. Fueron grandes momentos históricos, de una conquista de los cielos de Colombia y de los de las Américas.”
Leonardo Agudelo
Historiador Unalmed, diciembre 2012